domingo, 21 de diciembre de 2008


A veces las personas llegan a un momento en el que creen haber encontrado la oportunidad de ser otra persona y se lanzan a por ella. Pero si no funciona se pasan el resto de su vida pensando en lo que podrían haber sido.

sábado, 20 de diciembre de 2008

A


A veces la gente pasa por su vida sin pensar mucho a donde va, los días pasan y se vuelven más tristes y solitarios sin saber por que están tan tristes o tan solos. Y entonces sucede algo, conocen a alguien con cierto aspecto o con cierta sonrisa. Puede que eso sea enamorarse, encontrar a alguien que hace sentirte un poco menos solo.

martes, 16 de diciembre de 2008

El Juego del Ángel.


-Señor Sempere, ¿se acuerda usted, hace muchos años, cuando me dijo que si algún día tenía que salvar un libro, salvarlo de verdad, viniese a verle?
Sempere echó una mirada al libro que había rescatado de la papelera donde lo había tirado mi madre y que aun llevaba en las manos.
-Déme 5 minutos.
Empezaba a oscurecer cuando descendimos por la Rambla entre el gentio que habia salido a pasear en un tarde calurosa y húmeda. Apenas soplaba un amago de brisa, y balcones y ventanales estaban abiertos de par en par, las gentes asomadas mirando el desfilar de siluetas bajo el cielo encendido de ámbar. Sempere caminaba a paso ligero y no aminoró la marcha hasta que avistamos el pórtico de sombras que se había en la entrada de la calle del Arc del Teatre. Antes de cruzar me miro con solemnidad y me dijo:
-Martín, lo que va a ver usted ahora no se lo puede contar a nadie, ni a Vidal. A nadie.
Asentí, intrigado por el aire de seriedad y secretismo del librero. Seguí a Sempere a través de la angosta calle, apenas una brecha entre edificios sombríos y ruinosos que aprecian inclinarse como sauces de piedra para cerrar la linea de cielo que perfilaba los terrados. Al poco llegamos a un gran portón de madera que parecía sellar una vieja basílica que hubiese permanecido cien años en el fondo de un pantano. Sempere ascendió los dos peldaños hasta el portón y tomo el llamador de bronce forjado en forma de diablillo sonriente. Golpeó tres veces la puerta y descendió de nuevo a esperar junto a mí.
-Lo que va a ver ahora no se lo puede usted contar…
- … a nadie. Ni a Vidal. A nadie.
Sempere asintió con severidad. Esperamos por espacio de un par de minutos hasta que se oyó lo que parecían cien cerrojos trabándose simultáneamente. El portón se entreabrió con un profundo quejido y se asomo el rostro de un hombre de mediana edad y el cabello ralo, de expresión rapaz y mirada penetrante.
-Éramos pocos y parió Sempere, para variar –espetó-. ¿Qué me trae hoy? ¿Otro letraherido de los que no se echan novia porque prefieren vivir con su madre?
Sempere hizo caso omiso del sarcástico recibimiento.
-Martín, éste es Isaac Monfort, guardián de este lugar y dueño de una simpatía sin parangón. Hágale caso en todo lo que le diga. Isaac, éste es David Martín, buen amigo, escritor y persona de mi confianza.
El tal Isaac me miro de arriba a bajo con escaso entusiasmo y luego intercambio una mirada con Sempere.
- Un escritor nunca es persona de confianza. A ver, ¿le ha explicado Sempere las reglas?
-Sólo que no puedo hablar de lo que vea aquí a nadie.
-Ésa es la primera y más importante. Si no la cumples, yo mismo iré y le retorceré el pescuezo. ¿Se impregna del espíritu general?
-Al cien por cien.
- Pues andando -dijo Isaac, indicándome que pasara al interior.
-Yo me despido ahora, Martín, y los dejo a ustedes. Aquí estará seguro.
Comprendí que Sempere se refería al libro, no a mi. Me abrazó con fuerza y luego se perdió en la noche. Me adentré en el umbral y el tal Isaac tiró de una palanca al dorso del portón. Mil mecanismos anudados en una telaraña de rieles y poleas lo sellaron. Isaac tomo un candil del suelo y lo alzo a la altura de mi rostro.
-Tiene usted mala cara –dictaminó.
-Indigestión –repliqué.
-¿De qué?
-De realidad.
-Póngase a la cola –atajó-
Avanzamos por un largo corredor en cuyos flancos velados de penumbra se adivinaban frescos y escalinatas de mármol. Nos adentramos por aquel recinto palaciego y al poco se vislumbro al frente la entrada a lo que parecía una gran sala.
-¿Qué trae usted? –pregunto Isaac.
-Los Pasos del Cielo. Una novela.
-Menuda cursilada de titulo. ¿No será usted el autor?
-Me temo que sí.
Isaac suspiró, negando por lo bajo.
-¿Y qué más ha escrito?
-La Cuidad de los Malditos, tomos del uno al veintisiete, entre otras cosas.
Isaac se volvió y sonrió, complacido.
-¿Ignatus B. Samson?
-Que en paz descanse y para servirle a usted.
El enigmático guardián se detuvo entonces y dejo descansar el farol en lo que parecía una balaustrada suspendida frente a una gran bóveda. Levanté la mirada y me quedé mudo. Un colosal laberinto de puentes, pasajes y estantes repletos de cientos de miles de libros se alzaba formando una gigantesca biblioteca de perspectivas imposibles. Una madeja de tuneles atravesaba la inmensa estructura que parecía ascender en espiral hacia una gran cúpula de cristal de la que se filtraban cortinas de luz y tiniebla. Pude ver algunas siluetas aisladas que recorrían pasarelas y escalinatas o examinaban con detalle los pasadizos de aquella catedral hecha de libros y palabras. No podía dar crédito a mis ojos y mire a Isaac Monfort, atónito. Sonreía como zorro viejo que saborea su truco favorito.
-Igantus B. Samson, bien venido al Cementerio de los Libros Olvidados.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Pasó II. Féminas.

Yo ya no podía más. No por el hecho de haber dejado que mi amiga se quedase un tiempo conmigo hasta que superase el bache, no, yo ya no podía más por el mero hecho de que cada día que pasaba la veía ahogarse en el tiempo cada vez más. Ya no sabía que hacer, parecía que mis palabras no le llegaran, sino que se difuminaban junto a sus lágrimas. Día tras día intentaba consolarla con una sonrisa, o algo más, pero ella no hacía caso, tan solo mostraba esa sonrisa falsa que tan bien le salía. Me contó que siempre que Mario y ella se veían lo hacían en la casa de este, mientras la mujer salía de compras. Nunca llegué a entender como lograban no ser pillados, como si el erotismo que se desprendía el verse les hiciera invisibles. La cuestión es que Mario no le contaba nada sobre él, ni sobre su familia, y ella solo podía limitarse a dejarse hacer bajo el anonimato. Yo estaba dispuesta a ir a hablar con él, aunque solo fuese para pedirle una explicación. Yo sabía que no pintaba nada en esa historia, pero me senti, de un modo u otro, partícipe de ella. Así que, una tarde, le pregunté a mi amiga la dirección del tal Mario. Ella se negó rotundamente, dando por hecho que lo estaba olvidando y que ya no quería saber nada de él, y yo insistí sabiendo que lo que ella decía no era cierto, que se empeñaba en dormir bajo un cielo de mentira. Tras mucho insistir logré que me dejase anotado en un papel de bordes quemados la dirección de Mario. Lo guardé en el cajón de mi mesita y me dormí pensando que mañana, aunque fuese domingo, tendría muchas cosas que hacer. Un delgado hilo de luz se filtraba bajo la persiana bajada de mi cuarto. Me incorporé, con el pelo alborotado y la mirada perdida, y me dirigí al cuarto de baño, con la dirección de Mario escrita en la mente. Salí del baño vestida con una modesta sudadera y unos vaqueros negros, recogí mi bolso y me dirigí a la puerta de la casa, no sin antes dedicarle una sonrisa a mi amiga, sentada en la ventana contemplando a los pájaros alzar el vuelo. El volante del coche estaba helado, por lo que supuse que esa noche había hecho frío. Arranqué el motor sin demasiado entusiasmo y pisé suavemente el acelerador, mientras por el retrovisor veía a un vagabundo intentando alzarse del suelo después de otra noche en las calles. No me costó mucho encontrar la casa de Mario, ya que se encontraba en un bloque de varias casas en la zona rica de la ciudad. Pensé: rico y encima le gustan las jovencitas. Aparqué en una calle junto a un parque, donde los niños jugaban y un grupo de palomas comía las migas que un anciano les tiraba con suma delicadeza. Nunca supe por qué, pero siempre me fijaba en los pequeños detalles. Retomando el paso me dirigí al número 13 de la calle Flassaders. No era, ni lo sigo siendo, de impresionarme con demasiadas cosas, pero esa casa lo hizo. Creí que para cruzar ese jardín harían falta mil años, y que para cruzar la puerta principal habría que pagar un caro peaje. Llamé al timbre, con un denotado temblor en mis dedos, que se alargó hasta mis piernas al ver abrirse la puerta y ver salir a un hombre, de unos 40 años, y decirme:
- ¿Qué quiere?
- Buenos días, vengo a hablar con usted sobre un asunto personal - le contesté, intenado calmar la voz.
- ¿Qué asunto personal?
- Si pudiese ser, me gustaría hablarlo con usted en privado, sin necesidad de que los vecinos se enteren - comenté yo, algo más tranquila.
- Pase.
Sentí el tacto de la puerta ceder bajo el peso de mi mano, y entré. Cruzé la puerta principal y Mario me invitó a pasar a un salón situado a la derecha de la puerta.
- Especifique - dijo él.
- Verá ... vengo a hablarle sobre ... María. La recuerda?
- No creo que eso sea de su incumbencia - comentó, denotando nerviosismo hasta en el ritmo de su respiración.
- Verá, creo que sí que lo es. Ella es mi amiga, y hace una semana acudió a mi casa de madrugada asegurando que usted era un mal nacido - ataqué.
- En todo caso, y aunque así fuese, no tengo por qué decirle nada de todo esto.
- No vengo a recriminarle nada, ni tampoco voy a llevarlo al juzgado a que lo condenen a cadena perpetua, tan solo le pido una explicación de por qué lo hizo. No lo haga por ella, si es que ya no la quiere, si no por mi, porque yo ya no aguanto verla así todos los días.
- ¿Cómo no la voy a querer si me hizo el hombre más dichoso del mundo? - algo de ternura afloró en su voz.
- Entonces ... ?
- Ella solita me quitó 20 años de encima, tan solo con mirarme y sonreir me hacía el hombre más feliz del mundo. Estar un minuto a su lado era una bendición, y poseerla cada noche me hacía sentir el hombre más afortunado de la tierra. Habría seguido con ella, pero ...
- ¿Pero qué? - solté.
- ¿Cómo se abandona a la mujer con la que te has casado, a la que le has prometido estar a su lado por siempre? Es muy difícil, y yo ya no sabía que hacer.
- Entiendo ...
- Tenía un gran dilema, abandonar a mi mujer, a la que todavía amaba y que lo había dado todo por mí, por una jovencita de 17 años, una tal María, que conocí en el cumpleaños de una sobrina mía. María me lo ha dado todo, y la quiero con todas mis fuerzas. Peri mi mujer también está ahí, y ella no se merece lo que le he hecho, así que una noche me puse a pensar con mi mujer al lado y me dí cuenta de que ella me hacía mucha falta, y que Maria, aunque le costaría entenderlo, encontraría algún chico que la haría feliz, pero no podía seguir engañando a mi mujer de esa forma. Y lo siento.
- Le entiendo, a uno no se le plantea todos los días ese gran dilema. - dije, asombrada por todo lo que me había contado ese hombre.
- Gracias. No sé que va a ser ahora de María, pero confío en que será feliz. Cuando la veas dile que lo siento, y que ya no aguantaba más, que lo siento mucho.
- Lo será, será feliz. Tranquilo, se lo diré. Gracios por permitirme hablar con usted.
- Gracias a tí. También dile que si alguna vez necesita algo que no dude a venir a verme, y que no se sienta mal por nada, que aquí el único culpable de todo fue y he sido yo.
- No se sienta culpable, pero si se va a sentir mejor se lo diré. Y ahora me tengo que marchar, gracias - dije recogiendo el bolso y levantándome del sofá.
- Gracias a tí - dijo, acompañándome hacia la puerta.
Crucé el jardín y me dirigí al coche, sin prestar demasiada atención a las gotas de lluvia que empezaban a caer a mi alrededor. La lluvia golpeaba con fuerza los cristales del coche, pero no me importaba, estaba feliz, al menos ya tenía algo que justificara todo lo que había pasado. Me puse a pensar ... en como la gente lia tanto las cosas, en como la gente es capaz de arriesgar la familia por un amorío fugaz, en como la gente complica tanto las cosas por ver sus deseos hechos realidad. Aun no había salido de mi ensoñación cuando sentí el golpe, y ni siquiera me dió tiempo a ver a aquel coche abalanzarse sobre mí, solo sentí que me costaba respirar, solo noté el calor de la sangre resbalar por mi piel, y lo último que vi fue mis propios ojos sucumbir ante el dolor. No sé que pasó después, solo oía muchas vocesa mi alrededor, y noté como me movían. Dormí.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Pasó


Ella venía muchas tardes a verme, y solíamos hablar mientras nos tomábamos un café en mi casa. La conocí en el colegio, siempre la veía caminando sola por los pasillos y sin nadie a su alrededor, como en una burbuja de arena. Hasta que un día me habló, y a partir de ese momento nos fuimos conociendo hasta llegar a ser muy buenas amigas, hasta hoy. Hablábamos de muchas cosas, pero su tema preferido era él. Me contaba que antes de conocerle era una chica que no tenía nada que ofrecer, tan solo una sonrisa falsificada y los moratones que le dejaba su padre cada anochecer. A parte de mí, no tenía ninguna amiga más, pero entonces llegó él, y la salvó. Cuando me lo contaba no podía llegar a comprender como una chica tan joven podía estar tan enamorada de un hombre que casi la doblaba en edad. Me contaba que los días con él se hacían segundos, y que las noches con él no se olvidaban, que le hacía sentirse más mujer que en ningún otro momento. Y yo le respondía con una sonrisa, sin atreverme a decirle lo que en realidad pensaba. Nunca llegaré a saber a ciencia cierta si mi amiga tenía suerte o era una desdichada. Cualquier mujer se sentiría dichosa de tener un hombre así, que la cuidara y le hiciese sentir una mujer de verdad; pero lo que yo no sabía era si ese dulce momento de 'burbuja de felicidad' dudaría para siempre. Él nunca le contaba nada sobre él, y ella solo podía dejarse besar por un extraño, pero aún así ella le quería. Pero un día todo acabó. Alguien llamó a mi casa una madrugada, y allí me la encontré, con la camiseta bañada en lágrimas y asegurando que el que la amó era un mal nacido, que le mintió hasta la saciedad y que ahora ella solo deseaba matarse. Qué podía hacer yo? Decirle que ya se lo había advertido. Aunque eso no servía de nada. Le dije que se sentara y que se relajara. Le dije que ya llegaría otro que la haría feliz, y que no la dejaría. Aunque ni yo misma sabía si lo que decía era cierto. Pero allí estábamos, una llorando sin parar, y la otra dando un largo sorbo de la taza de café.

Nuages

Yo, caminando bajo un manto encapotado de luz carmin, persigo nubes, nubes grandes y pequeñas, nubes ociosas y simpáticas, de todos los colores, nubes guardadas en cápsulas de aire, escribo sobre ellas un relato maldito para ser leído por el cielo arañado de luciérnagas.

sábado, 13 de diciembre de 2008

c'est elle




ella teje hilos de araña con sus manos de porcelana

ella roza su piel que sabe a terciopelo

ella mira el mundo con ojos de cristal

ella sumerge su cuerpo en un mar de alcohol

ella dibuja palabras sobre un cielo de plumín

ella recorre los caminos con sus pies de aire

ella recoge su cabello con cintas de jazmín

ella viste su alma de rojo sangre

ella sigue los pájaros con aires de amapola






elle est une araignée habillée de femme

viernes, 12 de diciembre de 2008

ÉL


él es el dueño de todo

él es el dueño de sus brazos

él es el dueño de sus piernas

él es el dueño de lo que piensa

él es el dueño de las damas que enamora

él es el dueño de los pájaros de su cabeza

él es el dueño de la llave que abre su inteligencia

él es el dueño de los objetos que acaricia

él es el dueño de su piel mojadaél es el dueño de sus sentimientos

él es el dueño de las palabras que escribe

él es el dueño de los trazos que lee

él es el dueño de la pasión que descarna



pero él nunca será dueño del tiempo



mi hombre es un mar con ideas de nitrógeno



él es el dueño de mis pensamientos




Amelie

Amelie tiene de repente la extraña sensación de estar en total armonía consigo misma, en ese instante todo es perfecto, la suavidad de la luz, el ligero perfume del aire, el pausado rumor de la ciudad. Inspira profundamente y la vida ahora le parece tan sencilla y transparente que un arrebato de amor, parecido a un deseo de ayudar a toda la humanidad la empapa de golpe.

:)


Ya me siento mejor. Un hilo de alegría esparciéndose entre la mancha oscura. Tú vienes con la salvación a tus pies. Me lio yo sola y no sé ni lo que pienso. Pero todo se aclara, por fin. Días oscuros peinando el camino, intenando abrirme paso hacia algo mejor. Nunca me cansaré de tí, porque al menos tú dices lo que piensas. Pero bueno, es viernes y la semana acaba, para volver a empezar en dos días. Me gustaría volver a ser pequeña, y pasear con mi padre, abriéndonos paso entre las flores de azahar que lo invadían todo, y buscar renacuajos en la cequia, y que mi padre me lleve a su espalda para que nadie me arrancase de ese momento tan especial. Y lo volveré a hacer, prometido. Y nada más, contigo todo es perfecto. Irene,

-


Cansada de todo y de todos. No existo.
Me duermo pensando en tí. Todo el mundo me pregunta y no sé qué responderles. A mí me basta con quererte, y ya está. Hoy me he despertado sin ganas de nada, aunque luego se me va pasando, como todo. Hay veces que no sé ni quién soy y otras en las que quiero disfrutarlo todo. Pero es como todo, me va y me viene. Solo me quedas tú. Un espejo sin final, un mar sin olas. Escribir un libro para no ser leído. Me encantaría sumergirme en el universo de Zafón, y esconderme entre las calles de una ciudad vestida bajo la luz de la noche, y escribir libros hasta la saciedad.

jueves, 11 de diciembre de 2008

por qué?

por qué lloramos?
por qué reimos?
por qué sentimos?
por qué amamos?
por qué pensamos?
por qué razonamos?
por qué paseamos?
por qué dudamos?
por qué temblamos?
por qué odiamos?
por qué tememos?
por qué observamos?
por qué me hago tantas preguntas?

qué se yo?

Todo se desvanece en pequeños soplos de vapor bajo el anochecer. Hoy he leido hasta la saciedad, intentando no sucumbir bajo el manto de la monotonía. Trazo palabras sin sentido sobre un papel transparente, saciando la sed que me dejó tu perfume al desvanecerse en el aire. Estás. Las manos frías y la mirada perdida, mirar alrededor y no ver nada. Despertarse por la mañana y pensar que todavía estás aquí.

miércoles, 10 de diciembre de 2008


Hay nubes grises que cogen su color al estar cerca de la luna. Hay nubes sin sombra. Hay nubes densas, blancas y brillantes cuyos bordes se tocan. Hay velos blanquecinos formados por cristales de hielo. Nubes como rebaños. Hay nubes negras como montañas oscuras, que en unos instantes cubren el cielo y anegan la tierra de lluvia.[...] Hay nubes como velo de cristal. Y nubes pesadas como castillos. Nubes que nos recuerdan la cara del ser que amamos. Y nubes con rostros que no queremos recordar. Siempre viví mirando al cielo y nunca encontré dos nubes idénticas. Así quiero morir. Mirando las nubes y buscando la pregunta a una respuesta que no conozco

Confieso

No sé. Que complicado es. Me pongo a pensar y no sé ni lo que quiero pensar. Una corriente de dudas me asaltan. No estoy mal con nadie, tan solo conmigo misma, creo. Me da la sensación de que cuando hablo tan solo lo estropeo todo, y por tanto merece la pena callar. Pero no lo sé, son tatas cosas a mi alrededor. Y tantas personas. Que no sé como comportarme. Me da a mí que no tengo ningún tema de conversación interesante que ofrecer, que no tengo nada que mostrar. En fin, escribo, y punto. Como si las palabras me fueran a arreglar las dudas rotas. Últimamente me noto rara, como si no encajara con nada, ni con nadie, ni contigo. Espero que esto solo sea uno de esos momentos "dudas" pasajero, y que no me afecte, ni a mi, ni a ti. En fin, nada más, no, no me siento mejor. Leer y escribir.

La sombra del viento

Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre líquido.
-Daniel, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie -advirtió mi padre-. Ni a tu amigo Tomás. A nadie.
-Ni siquiera a mamá? -inquirí yo, a media voz. Mi padre suspiró, amparado en aquella sonrisa triste que le perseguía como una sombra por la vida.
-Claro que sí -respondió cabizbajo-. Con ella no tenemos secretos. A ella puedes contárselo todo.

Pink Floyd


Welcome my son, welcome to the machine.Where have you been? its alright we know where youve been.Youve been in the pipeline, filling in time, provided with toys andscouting for boys.You bought a guitar to punish your ma,And you didnt like school, and you know youre nobodys fool,So welcome to the machine.
Welcome my son, welcome to the machine.What did you dream? its alright we told you what to dream.You dreamed of a big star, he played a mean guitar,He always ate in the steak bar. he loved to drive in his jaguar.So welcome to the machine.

martes, 9 de diciembre de 2008

Oh


Nous parlons du temps pour ne pas nous rendre compte du rapide qu'il passe

Yeah


Te mostré mi barrio, mis bares, mi escuela. Te presenté a mis amigos. A mis padres. Te escuché mientras ensayabas. Tus canciones, tus esperanzas, tus deseos. Tu música. Y tú escuchaste la mía. Mi italiano, mi alemán, mi ruso. Te regalé un walkman, y tú una almohada. Y un día, me besaste. El tiempo pasó. El tiempo voló. Y todo parecía tan fácil...... tan simple. Libre. Tan nuevo y único. Fuimos al cine. Fuimos a bailar. De compras. Nos reímos. Tú lloraste. Nadamos, fumamos. Nos rasuramos. De vez en cuando, tú gritabas. Sin razón. A veces con razón. Sí, a veces con razón. Te acompañé al conservatorio. Estudié para mis exámenes. Escuché tus canciones, tus esperanzas. Tus deseos. Escuché tu música. Y tú escuchaste la mía. Estábamos unidos. Tan unidos. Cada vez más unidos. Fuimos al cine. Fuimos a nadar. Nos reímos juntos. Tú gritabas. A veces con razón. Y a veces sin razón. El tiempo pasó. El tiempo voló. Te acompañé al conservatorio. Estudié para mis exámenes. Me escuchaste hablar en italiano, alemán, ruso y francés. Estudié para mis exámenes. Tú gritabas. A veces con razón. El tiempo pasó, sin razón. Tú gritabas. Sin razón. Estudié para mis exámenes. Exámenes, exámenes...El tiempo pasó. Tú gritabas. Gritabas, gritabas...
Viajar y soñar a ritmo de Russian Red. Sentir que vuelas, que flotas. Y tú aquí. Oir cantar a los pájaros, o a una simple gaviota, sentir el ruido del aire acariciar suavemente tu piel, y ver tu pelo ondear al viente, que viene y va, como tú. Y sonreir, mirar el cielo azul, con pequeños algodones flotando, buscando alguien con quien compartir su eterna blancura. Pasear, al lado de un río, o por el parque, qué más da. Y quererte. Girar como un carrusel, sentir que el sol está fuera, y que hay un camino, allá o aquí, que siempre me lleva a tí. Ver el brillo de tus ojos deslumbrar más que el reflejo de la luna en el agua, y saltar, suspirar, ya está. Me encanta soñar, quiero hablar ya contigo. Como dijo el gran Hipolito:'Sin ti las emociones de hoy no serían más que la piel muerta de las de ayer'

Wish you were here

Estaba en el lavabo del primer piso, donde todo había empezado, y donde todo volvería a empezar. Abrí el grifo y me eché agua en la cara. A pesar de que aquel verano ya empezaba a colarse donde no lo llamaban, convirtiendo las clases en una tortura, sentí un escalofrío "Los baños del colegio están eternamente fríos..."
En esos baños, más de media década atrás, yo había deseado suicidarme; sentada en ese suelo, había empezado a escribir un alegato que más tarde sería unos de mis primeros relatos coherentes. Y seguro que no fui la única, ni la primera ni la última que deseó una muerte a gritos para vengarse. Todo lo contrario. No hace falta preguntarlo a nadie opara saberlo.
También me escondí un millón de veces a llorar, avergonzada y destrozada. Alguna vez me corté en la pierna con una llave oxidada, tratando de olvidar el dolor. Mi sangre ha corrido por esas tazas, como la sangre de miles de niñas y mujeres antes que yo; mi más íntima feminidad ha goteado en esa agua inmunda. Me he peinado y mis cabellos han caído en la pica. He estado aburrida, he tenido miedo, y me he escondido tras el parapeto de tablero aglomerado, y he escuchado el silencio. He entrado en esos lavabos cojeando, con un brazo en cabestrillo, con un escupitajo en la cara, con el almuerzo en la mano, con lágrimas en los ojos, con ira en el estómago. He escrito mi nombre en las puertas. Muchos años después escribí un memorial de Mayo del 68. También palabras de Cicerón y Moustaki...
Levanté la cara y me miré, melancólica. Cuando llegué no había espejos. Pero siguen sin poner papel ni jabón: cualquiera se fía de los estudiantes y de su afición por los pegotes. ¿Cuántas veces he tocado esta agua? Siempre diferente y siempre la misma, saciando mi sed, arreglándome el pelo, lavándome las manos, aliviando mis pasiones. La primera vez que ebtré aquí, era una niña de larga coleta enmarañada que soñaba con ser poeta. La última vez que salgo, soy un poeta de luto que sueña con ser persona
Pienso en las niñas que verán esta cueva por primera vez cuando empiecen a "frutecer" los naranjos. En los largos años que les esperan, en los deseos que surgirán de ellas, en los pasos que darán sin darse cuenta, en las amistades, desengaños y enamoramientos que escribirán sobre mis palabras, en la puerta. Pienso en las hostias que les va a dar la vida, pero pienso sobre todo en la danza ininterrumpida de esa misma vida, cimbrándose y transformándose sin detenerse nunca. Ellas y yo somos parte de ella y somos la misma cosa. Mañana, cuando yo eche a andar sola bajo otras lunas, ellas bajarán en esta estación, cin sospechar cuán larga y cuán corta se les va a hacer, y la de cambios que van a pasar. Mañana, a mí me habráb olvidado y serán ellas las protagonistas, diosas indiscutibles de su propia historia e insignificantes células en el corazón del mundo. Cada una de ellas, sea como sea, en el fondo es una pequeña yo. Y yo, como sea, soy en el fondo una versión más alta y más triste de ellas. Pero también más sabia.
Me seco la cara con el borde de la blusa , a falta de toalla. Me siento en el escalón que sube a las cabinas, y miro al fluorescente del techo. Pronto tendré que irme, otra vida me espera fuera de este pequeño refugio. Cuántas cosas saben sus paredes desconchadas, cuántas historias grabadas en las puertas... Yo soy una parte de ellas. No me impota que se me olvide. Lo que tenía que hacer aquí, ya lo he ehcho. Pero antes quiero dejar una flor en esta tumba. Como todas las flores, tiene que morir, pero todos estos años me han enseñado algo: todas las rosas son la misma rosa.
Cojo el rotulador y me aposto detrás de la puerta de una de las cabinas. Esta llena de declaraciones de amistad eterna, nombres de parejas y bromas infantiles. Pero tiene un pequeño espacio libre. Me sobra.
"Yo no soy un número: soy un camino..."

Eres


Eres todo lo que ves. Eres el mar donde te bañas. Eres el cielo que recorres con tu mirada. Eres el papel sobre el que escribes. Eres un camino por recorrer. Eres el aire que respiras y el frío que sientes. Eres las nubes que surcan el cielo, eres la música que escuchas, eres lo que sientes y lo que deseas. Eres la yerba que rozas al caminar, eres el agua que moja tu piel, eres luz, oscuridad y placer. Eres las canciones que compones, eres la pelota con la que juegas de pequeño, eres el libro que lees, eres un beso, un abrazo o una sonrisa, eres el cabello que hay sobre la almohada, eres la lluvia que ves caer a través de la ventana, eres nieve y granizo, y el viento que viaja, eres el náufrago del mar, eres sal, eres azúcar, eres una gaviota. Eres una taza de café, o un plato sopero, eres una llave oxidada, o tal vez una puerta de madera, eres una carta repleta de trazos .. al fin y al cabo, eres tantas cosas.

Kings Of Convenience


Kings of Convenience son un dúo de Indie pop - Folk Pop formado por Erlend Øye y Eirik Glambek Bøe y procedente de Bergen, Noruega. Su música se basa en las guitarras acústicas, añadiendo ocasionalmente arreglos de cuerda o pianos, y recibe una gran influencia de bandas actuales como Belle & Sebastian y de otras clásicas como Simon & Garfunkel . También pueden distinguirse algunas pinceladas de Bossa Nova en la sonoridad de sus guitarras.
Los dos integrantes del dúo, nacidos en 1975 y amigos desde los once años, formaron el grupo Skog junto con otros amigos a la edad de dieciséis años, banda con la que llegaron a grabar un EP.
Ya en formato de dúo como Kings of Convenience, en 1999 firmaron un contrato con la discográfica independiente estadounidense Kindercore. En 2001 se instalaron en Londres y grabaron su primer disco Quiet is the New Loud,
Poco después se editó el álbum Versus, donde artistas como Ladytron, Röyksopp, Four Tet o Alfie remezclaban las canciones del dúo. Meses más tarde Erlend Oye se instaló en Berlín, donde grabó una sesión para la serie DJ Kicks y un disco en solitario titulado Unrest, donde cambiaba los sonidos acústicos por el Synth pop.
En 2004 apareció su segundo disco de estudio, Riot On Empty Street precedido del single Misread, donde incidían en la línea acústica y melódica de su debut. El álbum contó con la colaboración de la cantautora Feist en varias de sus canciones. El vídeo de su segundo sencillo, I'd Rather Dance with You,[1] fue elegido como mejor vídeo europeo del año por la cadena MTV.
En 2006, Erlend Oye grabó su primer disco con su proyecto paralelo The Whitest Boy Alive.